
Hace un tiempo que tengo la misma sensación que debe experimentar un polluelo, al romper el cascarón y asomarse al mundo.Después de un patatraque como el que he tenido en mi vida,mi situación me obligó a estar semiaislada durante un año.Las pocas salidas que hacía en aquel entonces eran para mi rehabilitación o alguna que otra escapada pero siempre bajo la "protección"de alguien.Ya sea la persona que se ocupaba de los traslados,mis hijos,el taxista de confianza,o un ex compañer@ de colegio,en poca palabra era como un polluelo dentro del huevo.
Un día llega el momento en que uno afortunadamente "rompe"el cascarón y asoma su nariz al mundo,y el mundo en algunos momentos nos muestra su cara más complicada para quienes no hemos superado del todo un problema.
Quise consultar un precio en una óptica que me recomendó una señora conocida,grande fué mi sorpresa cuando al abrir la puerta veo que hay que bajar un par de escalones sin baranda para acceder al comercio.
Creo que merecía la pena fotografiar mi cara de asombro,las escaleras no estaban en mis planes,como no lo están cada vez que sucede algo así,vivimos en una zona serrana,y esto es frecuente.Con mi caradurismo habitual,no me quedé fuera,pedí ayuda y entré.
He tenido una óptica y soy conciente de las dificultades de movilidad de la gente,siempre me acomplejó el hecho de tener el laboratorio de lentes de contacto en la parte superior,pero al menos el acceso al cliente no estaba vedado,y yo misma me encargaba de buscar un turno fuera de hora en caso de ser necesario,como para bajar yo a la planta baja y atender a alguien con problemas.
No quiero imaginar la frustración de una persona en silla de ruedas,que tendrá que aceptar que ese lugar no es para ella,lo más incongruente es que dicha óptica está situada frente a la principal institución de salud de la ciudad.